miércoles, 22 de septiembre de 2010

Ilusión.

Su ilusión dejó un mensaje en el viento.

"Levántate."

Duda. Aún resta sentado, con la esperanza de que pueda levantarse, pero sólo la lluvia hará que la roca pese lo suficiéntemente poco a causa de la erosión.

Tiempo. Pausa.

No es más que un triste deséo. Un ápice de luz sobre las raíces de un árbol, viejo y cansado, con ganas de resucitar y revivir lo que fue antes... Mas por ahora, sólo es un triste deseo.

¿Vuela acaso un ave que tiene alas, o sólo se limita a imaginarse? ¿Puede ser tan fuerte la ilusión y el deséo como para dividirse? ¿Será tan fuerte la ilusión?...

Triste pasión que yace encerrada y oculta en lo más profunda de la peor prisión imaginable, el corazón.

Retomando.

Tras varios mensajes inquietos, llegó la desesperación. Siguió sentado, viendo como la roca, a pesar de la lluvia, no varió.

Grito de impotencia. Maldito desprendimiento. Muere tras varios intentos de nacer el hijo que nunca tuvo.

Llanto con tristeza embargó su ser pues nada le quedaba, mas menos le quedó. Perdido y solo se hayó, ya que hasta la esperanza de separó de él.

Perdido se hayó, tan sólo en sus labios restaba un dulce sabor a miel. Miel que no volverá a probar.

Heridas. No provocadas por sí ni per se, pero abrazadas fueron pues dióse cuenta de que era lo único que le acompañó en el camino más largo que se puede imaginar, la gélida travesía de la vida.

Esperanza.

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